domingo, 22 de mayo de 2016

Un chico común de X

Vino y me dijo: "Yo era un chico común de X".
Antes de "todo esto", quiso decir. Antes de que la vida lo sacudiera y le cambiara todo de un sopetón, a la vez que de país y quizás hasta de sueños.
Nunca había pensado que en X (país europeo de gran standard) uno pudiera ser "un chico común".
Para mi mente, aún un tanto prejuiciosa, en X, en Y y en Z uno era europeo y con todo servido. Los "comunes" eramos nosotros, los tercermundistas.
Pero él, él era un chico común. Y de repente me miró y en dos palabras se me puso al mismo nivel.
Yo tuve ganas de contarle toda mi vida en un segundo. Hablarle sin comas ni puntos de cuán común había sido yo, allá en Montevideo.
Porque acá, muchas veces, Montevideo no es para nada común. Más bien es exótico. Y yo quería que él entendiera que yo era tan común, que andaba pateando piedritas los domingos soleados antes del almuerzo, por esas calles dormidas y llenas de libros viejos de la feria.
Quería contarle lo tan común que yo había sido, mientras me miraba con sus ojos gigantes de gato de angora.
Él seguro me diría que era un gato callejero. Pero la callejera era yo. La que pasaba las tardes en la Biblioteca Nacional, matando el tiempo debajo de los ventiladores, aprendiendo idiomas con manuales de hojas rotas, rodeada de ancianos leyendo diarios de archivo (recordando, andá a saber qué festejo o qué perdida).
Yo era la común. No vos, chico de X. O quizás vos también. Y mi descripción de común tampoco te conforme. Y te creas que viví en Macondo, porque todo esto suena mucho más a realismo mágico.
Y es que yo vengo de Cortázar y vos venís de tus autores de X, esos que te aburre leer.
Chico común de X: ¿en qué modo habrás sido común, vos? Me carcome la intriga de descifrarte la "comuneidad". ¿Habrás andado pateando piedritas cerca de algún lago congelado?, ¿te habrás perdido en algún callejón de mil años bajo el sol de media tarde? ¿Qué fue eso que te hizo sentir tan común y que ya no te queda? ¿A dónde se te fueron a esconder los detallecitos felices de la vida?

domingo, 14 de febrero de 2016

Otra mujer

Me estoy transformando en otra mujer. No sé si es el frío, no se si es la antigua pena que ha dejado marcas, no se si es la vida sola. Lo cierto es que estoy distinta, más dura, más guerrera.
La guerrera en mi me defiende con uñas y dientes. Yo misma a veces la censuro, pero últimamente ella se me adelanta y se hace decir antes de que pueda contenerla.
La gente que por estos lares no acostumbra a criticar lo establecido (o al menos mucho menos de lo que esperaba) me mira con esa mirada piadosa y casi condescendiente del que no acostumbra a criticar nada. ¿Me habré transformado en una de esas personas que lo discuten todo?, ¿me habré transformado de golpe en una "conflictiva"? No lo creo.
El silencio es también una forma de violencia. Quedarse mirando cómo el poderoso se aprovecha de su cargo con negligencia, quedarse quieto cuando una injusticia afecta a todo un grupo, esperar a que siempre sea otro el que diga, el que ponga el pecho a las balas, el que se juegue por intentar cambiar algo que sea mejor para todos. Callar, no hacer nada, hacerse "el sueco"... ¿No es eso una gran violencia? ¿Una gran violencia contra el resto pero también contra uno mismo?
El sedentarismo de esperar que los otros cambien el mundo, el quejarse y no hacer nada, el no mover un dedo... El gozar de derechos que das por sentado pero que un día no lo fueron, que tenes porque hubo otros que fueron "conflictivos" y a los que se miró con cara de condescendencia, se los tildó de locos, de rebeldes. de subversivos.
No soy sumisa, me repugna el acomodaticio que quiere quedar bien con Dios y con el diablo, el que no opina, el que no se la juega por el resto porque es más "seguro" quedarse calladito y esperar a que otro nos saquen de la mierda. El que se llena la boca alabando causas enormes pero cuando en el día a día se le da la oportunidad de cambiar algo sigue de largo y no hace nada. El que piensa en su placer chiquitito, porque a él igual le sirve, entonces ese pequeño beneficio vale más que algo mejor para todos, y esconde la cola y le lame la mano al cagador. El que piensa que no vale la pena porque igual "no lo vas a cambiar" y no se da cuenta de que no se está cambiando nada porque él no esta sumando su voz. Yo quizás me esté transformando, quizás esté más loca, más rebelde, más subversiva, pero ellos, los más calladitos, son los que están cometiendo la peor violencia.

sábado, 16 de enero de 2016

Me merezco el amor

Me merezco el amor, me lo merezco. Sobre todo hoy, sobre todo ahora.
Me lo merezco hoy que me perdí en la noche fría de Estocolmo y había -13 grados y se me congelaban las orejas. Ahí me di cuenta, sí, ya merezco el amor.
Me merezco el amor por ser guerrera, por caminar los desiertos helados, por enfrentarme a los miedos y sobre todo por aceptarlos. Sobre todo el miedo al amor, por mirarlo a los ojos y temerle con ganas. Por eso me lo merezco. Fuertemente, merecido.
Me merezco el amor, un amor de furia, un amor de viento, un amor con ganas, sin remordimiento. Me merezco ese amor que viene de repente, como parte de la vida, como cosa natural, como naciendo solo desde el aire, como si Dios lo estuviera soplando y yo lo sintiera llegar rozandome las mejillas, tocandome la punta de los labios.
Me merezco un amor que me mire para adentro, que me vea y que me diga cuando me estoy escondiendo. Un amor que abra los ojos y que quiera conocerme y que quiera que lo vea y lo conozca también.
Ese amor respeto, ese amor sonrisa, ese amor coraje, ese amor verdad. Ese amor es el que me merezco. El amor que ama, el amor auténtico.
No con gusto a poco, no amor reprimido, no amor tosco, no amor rudo, no amor que no sabe decir. Amor suave, que toca y sana, amor dulce, que llena el alma. Amor de noches enteras, amor de charlas, de risas, de complicidad, amor.
Me lo merezco al amor y ya no voy a dudarlo. Te merezco amor, no sé quién seas, pero ya te merezco. Amor retribuido, sobre todo eso. Amor que se enriquece, amor que se escucha, amor que confía, amor que es paciente, amor amando.

Me merezco el amor, yo me lo merezco.
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