viernes, 17 de agosto de 2012

Zafarrancho

Estoy como incomoda. Papeles y ropa y polvo y luz y no luz. Decisiones y plantas y ...me asfixio.
Las palabras no han sabido decirse, se han ido a dormir por bastante tiempo y no me han hablado.
Espero resucitarlas, espero saber cómo. Otra vez, una vez más.
A veces siento que se me van, que se vuelven inseguras porque ahora ya no se leen todo el tiempo. Ya no se reconocen en sus propios espejos de palabras ajenas.
Es dificil eso de no reconocerse, yo las comprendo, uno como que se pierde un poco a uno mismo.
A ellas les pasa como a mi. Pero yo todavía me tengo, me conservo sujetandome de la ropa y resisitiendo al viento fuerte que me quiere llevar lejos, a lugares que no conozco.
Sí, a veces es bueno ir a esos lugares y darse cuenta de que no hay "eso de perderse", que uno se reinventa y solo es eso, cambio.
Pero mis palabras se sienten aturdidas entre tantas letras nuevas. Ellas no saben decir å, ö, ä. Y esas otras no saben de tíldes, o de cuando le toca a la c y cuando a la s y cuando a la v y cuando a la b.
Les cuesta a mis palabras dialogar con esas otras que luchan para apoderarse de mi mente y a veces hasta se dicen primero. Y mis palabras viejas se sienten traicionadas y sienten que las dejo ir, que ya no las llevo de la mano, que ya no les doy ese lugar gigante que les daba dentro de mi misma.
Ay, palabritas mías, si supieran... A mi me gustaría que estuvieran seguras, que no tuvieran miedo de decirse, de aparecer una y otra vez expresivas, bailando como antes. Que no tuvieran miedo a equivocarse y a hacer zafarrancho! Que linda que sos zafarrancho!
Si supieras! Si supieras que linda que sos!

miércoles, 23 de mayo de 2012

Planeo

Al azar, a sobrevuelo, de a remolinos, enrollada en el viento que sopla del Sur.
Torpe, pero suavemente y una vez más, planeando.

El otro día vió un pajaro volar y se devoró esa paz que transmitían las alas planeando.
No el aleteo agitado, ansioso, no. Cuando las alas descansaban en el vuelo y era casi como no volar, ahí.

Una vez escribió algo sobre hacer una  revolución "sin ir". Algo metafísico quizás.
Bueno, ya lo dijo Baudelaire, que si quieres encontrar la obesión de un escritor mires que palabras se repiten en sus textos.

Otra vez igual, ese amor por lo estático no estático. Por esas alas que están en el cielo pero no se mueven. ¡Pero no dejan de estár en el cielo! Alas que vuelan sin volar, revoluciónes sin pestañear, el placer de ver el tren que se va sin tí.

Esas alas, le dieron la paz que no sentía hacia tiempo. Porque no se trataba ya de "hacer algo para conseguir esto o aquello", se trataba de "estar ahí".  Sí, ya lo sé, le diran que para disfrutar del planeo primero hay que tomar impulso y agitar las alas un buen rato. Aguafiestas.

Quiere pensar más en esas alas, encontrar que es lo que las une con las revoluciónes y los trenes, y reproducir esa sensación una y mil veces, hasta poder también ella ser alas planeadoras.

Sus textos han cambiado. Se pregunta si volverán a ser los de antes o si se han transformado para siempre y solo tiene que aprender a orientarlos en la hoja, porque nuevos, torpes, ellos no planean.


sábado, 31 de marzo de 2012

bellezas

Cuando estoy triste, busco desesperadamente en el blog de Fabi. Sé que ahí, voy a encontrar palabras delicadas, fotos de sonrisas, y palabras que hablan de todas esas pequeñas bellezas que hacen la vida más linda. Ella tiene un don para encontrar esas bellezas, creo yo.
Entonces, cuando mis ojos estan ciegos para ver las bellezas de mi mundo, me sumerjo en el suyo y me regocijo con bellezas ajenas. Me recuerdan sus bellezas, que las bellezas existen. Que estan ahí, que son simples y pequeñas, y que solo esperan a ser descubiertas.
De ahí, salto al blog de mi amiga Marce. Y la leo, y nunca quiero llegar al final de las palabras. Porque sus palabras también vienen de un lugarcito calido dentro de ella. Un lugarcito delicado y pequeño, que se hace gigante cuando escribe y se expresa.
Yo amo la belleza. La delicadeza. Las palabras suaves, los sonidos dulces, los abrazos tiernos.
Y hay gente que tiene magia, o está más despierta para encontrar estas cosas. Y hay gente que las crea sin saber, como si tuviera un don, sin darse cuenta.
Y entonces, estar cerca, es recibir constantemente muchos regalos...

Natura

Ya no sé escribir, me digo. Mis manos se estancan entre las letras. Las letras se doblan y forman espirales que me sujetan los dedos, los dedos no saben desenredarse de ellas. No avanzan.
Pero mientras no sé escribir, escribo. Camino sin caminar, digo sin decir y miro.
La nieve cae por la ventana y es un alivio, siento.
Tan delicada, tan rapida, buscando desesperadamente donde caer y disolverse. Aunque quizas, me pregunto, a ella no le importe. Quizas a la nieve no le importe donde vaya a caer. Quizas solo se deja ir, se deja mover por el viento que la lleva de a empujones, pero delicadamente... a su destino.
La belleza de los días, sucede alla afuera, me digo.
El otro día llovió, hacía tanto que no llovia! Fue una lluvia tonta, no la tormenta que yo esperaba.Pero era lluvia. Y la lluvia, siempre es bienvenida.
Salí al balcon a recibirla. Me mojé las manos, me las llevé al pecho y la absorví toda. Mi pecho sediento de lluvia se la bebió por completo.
Siempre creí que la lluvia era una manera de expresarse de la tierra, como si fuera una bicha grande que se mueve y nos mueve con ella.
La tierra llueve cuando quiere desprenderse de algo, cuando quiere gritar truena y relampaguea de ira. A veces su lluvia es boba, como en Estocolmo, no se anima a gritar de llanto. Llueve como con verguenza.
Pero todavía no entiendo, por inexperiencia, que querrá decirme con la nieve. Con esas gotitas blancas que vuelan sin direccion. ¿Qué me estará diciendo la vida?

viernes, 2 de marzo de 2012

Vuelvo a escribir....

Escribo cuentos, mis manos los pezcan en el mar.
Tengo que volver a escibir, a decir algo, lo que aparezca.
Mis frases se han vuelto cortas e insulsas.
Yo, que solía escribir estirando las palabras hasta que formaban renglones eternos en este cuadrado blanco de este blog.
Yo estiraba las palabras como chicles.
Ahora todas se cortan. Se hacen breves. Dicen poco.
Pero vuelvo a escribir! Y eso ya es algo. Se dicen. Que no es poco.
Quizás se deba a que por estos lados el agua ha estado congelada y ahora recien los cuentos se están despertando y pueden asomar la cabeza entre los trozos de hielo roto y mis manos entonces ahora sí, cuando ellos estiran la cabeza para ver el sol nuevo los atrapan hechos chicles.
Bienvenidos. Otra vez.
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